Otra vez Sabina
Y doce cuentos más desde la orilla
Preparar bocadillos, café y tal vez una copa de licor, arreglarte para estar cómoda en el ambiente cálido y confortable de tu casa. Asegurar que todas las actividades a las cuales estaba destinado el día, cierran, y lo hacen con ese momento tan espontáneo, tan íntimo, tan sustancial, con todo lo que se tenía que haber hecho, y lo que no, serenamente pospuesto para un mañana, Dios dirá. Recibir a las amigas, una por una, y conversar con ellas sus historias, sus aventuras, sus tropiezos y sus desaventuras. Transformar la pesadez de la vida en una carcajada al encontrarle el lado divertido al hecho de ser mujer, de pensar como mujer, de tener la capacidad de hacer brillar algunos de los recovecos que yacen en todas las historias de todas ellas.