Viaje a la Península Itálica
Sinopsis.
Desde los albores de la humanidad el hombre ha vivido en constante nomadismo, algunos por buscar mejores oportunidades de vida, otros por seguridad cuando se sentían desprotegidos en su hábitat y unos más para encontrar nuevos horizontes que les permitiera un desarrollo mejor de su existencia. En nuestro mundo acelerado en el que viajar no es tan complicado, cada día son pocos los seres humanos conformistas que permanecen anclados en el mar de la tranquilidad terrestre, apoltronados y esperando con paciencia el final de la jornada. El autor de este libro, desde joven sintió el deseo de liar sus bártulos para abandonar su tierra natal y viajar, primero por el interior de su país arrastrando a su familia, y luego, para trasladarse a ciudades lejanas allende los mares, de cuyos viajes escribió relatos de sus andanzas. El relato Viaje a la península itálica que tienes en tus manos, lector amable, trata de las andanzas de este hombre que emprendió un viaje a través de Roma, Florencia, Rávena y Venecia, ciudades italianas que son verdaderos museos históricos porque conservan los tesoros artísticos acumulados a través de los siglos: Roma, cuna de la civilización occidental que se comenzó a desarrollar allí desde su fundación, adquirió esplendor durante la Monarquía, grandeza en las épocas de la República y en el Imperio y, finalmente, se establece en ella la sede papal del cristianismo; Florencia, cuna del Renacimiento italiano del Arte, que conserva la riqueza artística y cultural desarrolladas desde la época medieval mediante la influencia del arte griego y alcanza su más alta expresión durante los siglos XV y XVI; Rávena con sus primeras edificaciones religiosas, lugar donde se custodia la tumba verdadera de Dante Alighieri, y Venecia, que ofrece la magnificencia y el lujo de una ciudad que fue poderosa en muchos aspectos, donde se levanta, como testigo de su grandeza pasada, el famoso Palacio de los Dogos, asimismo la imponente catedral de San Marcos que conserva los restos mortuorios de este evangelista y las cuatro estatuas de los famosos caballos dorados, de origen griego, que fueron trasladados como botín de guerra desde Constantinopla por el Dux Enrique Dándolo. De todo esto el autor ofrece en este libro una descripción detallada con el mismo estilo en que ha escrito sus relatos de viajes anteriores.