Reseña

El nombramiento de técnico académico entraña contradicciones y paradojas que la UNAM debe discutir como institución, dada la forma en que ha evolucionado la división social del trabajo universitario y en vista del peso que en este momento ha cobrado esta figura del personal académico. La definición de este puesto es tan amplia como para permitir que el nombramiento se otorgue a una muy vasta gama de perfiles profesionales, cuyas responsabilidades abarcan una extensa cantidad de actividades, pero esas actividades son, sin lugar a duda, labores académicas; sin embargo, hay una implícita devaluación de la figura en nuestro panorama valorativo. Se cree que las faenas técnico-académicas son repetitivas, tediosas, monótonas, faltas de imaginación. Ciertamente, se las caracteriza como subordinadas y dependientes, como tareas de servicio o de cuidado. En la compleja jerarquía de las labores universitarias, el trabajo «técnico académico» se asemeja al trabajo doméstico, sobre todo, en su invisibilidad; como lo han caracterizado algunas feministas: el trabajo invisible es aquel que solo se nota cuando no se ha hecho o cuando se ha hecho mal. En este texto, la autora habla desde su experiencia como Técnica Académica para reivindicar el valor de su trabajo y el de todas aquellas personas con el mismo nombramiento.