Reseña

Leer las narraciones de Antonio Cisneros es acercarse a alguien que sabe y goza de contar historias; alguien quien no se pierde entre conflictos de estructura narrativa o búsquedas estéticas de academia. Aquí el equilibrio de su prosa y manejo de atmósferas confirman esa fuerza de timón.
Los temas de su libro son diversos y a la vez, unidos por su sólida energía de recrear historias armadas con una reveladora inteligencia emocional. Lo mismo con el abuelo dicharachero, que sabe ser memorioso para poblar de aventura los recuerdos del nieto en Huellas de batalla, o la fascinante forma del lenguaje en el relato El eco del horizonte: entre el mar y la montaña, cuyo aliento narrativo roza los ímpetus de la novela.
Acérquese a la confluencia vivencia de Dos lunas y al poderoso testimonio de Carcinus, donde con un aura poética entraremos al arduo camino de la lucha contra una enfermedad. Decía Edmundo Valadés que a veces creemos que los mejores cuentos son los que nos sorprenden con su trama y el ingenio del autor, pero, con el tiempo, nuestro gusto y reconocimiento se traslada hacia aquellos que nos asombran por su contenido, por su capacidad de conmovernos, por hacer consistente y poderosa esa sensación inolvidable. Los cuentos de Antonio Cisneros son de esa cepa pura: la consistencia de firmes esculturas verbales, listas para presidir con donaire y buen tino, las exigentes galerías que solo prevalecen en la memoria.
Juan José Rodríguez